¡Hello!
Por si urge recordarte, un cerebro estresado es un cerebro enfermo.
El cerebro en desarrollo es altamente sensible a la experiencia y a la estimulación, por lo que se moldea fácilmente, y al igual que ambientes enriquecedores apoyarán al desarrollo saludable y adecuado de este, una exposición al estrés continuada en el tiempo puede resultar en cambios influyentes en los circuitos cerebrales de cara al comportamiento y a la capacidad de aprendizaje del individuo.
Sabemos que el estrés agudo en un momento puntual corresponde a una respuesta adaptativa de defensa o de huida del organismo en la que hay que actuar, pero si se hace crónico resulta nocivo para el organismo, causando entre otros:
Trastornos de ansiedad
Trastornos del sueño
Trastornos depresivos
Trastornos de la conducta alimentaria
Envejecimiento celular
Cuando todos los sistemas del organismo se ven alterados, se dispara de forma masiva la producción de la hormona cortisol. Estando el cortisol en exceso, disminuyen las conexiones neurales, aumenta el gasto cardiaco y tenemos que hacer un esfuerzo por continuar alerta ante el mensaje que nos llega al sistema nervioso central (SNC): peligro.
¿Qué efectos secundarios nos podemos encontrar?
En cuanto al cuerpo y los huesos: conllevará a un menor riego sanguíneo óseo y a una menor actividad de los osteoblastos, ya que se pueden producir vasoconstricciones, y una probabilidad mayor de fracturas y/o lesiones.
En cuanto a los trastornos inmunológicos: conllevará a una inflamación general del organismo que puede producir una incapacidad de las células inmunitarias para responder a las señales hormonales que regulan la inflamación y generar una inmunodeficiencia adquirida, quedando más expuestos frente a todas las amenazas exteriores (enfermedades, virus, bacterias, etc.)
¿Qué podemos hacer?
Las válvulas de escape inmediatas suelen ser el consumo de psicofármacos como ansiolíticos con el fin de bajar de inmediato en el momento el nivel de estrés, sin embargo, no se corta de cero.
El foco hay que dirigirlo hacia la reducción del estrés con técnicas de intervención específicas de mano de un profesional en un proceso terapéutico, así como la práctica de ejercicios y estrategias de relajación para un mejor manejo en los casos puntuales.
¡Hasta la próxima!
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